Día 6. El factor humano y el efecto Esmelle

Con fuerzas renovadas, tras el fin de semana, hoy hemos retomado los trabajos de excavación en Tralocastro. Hemos continuado definiendo, piedra a piedra, la gran construcción alargada (afectada en parte por las raíces de varios eucaliptos, hoy convertidos en tocones); acercándonos sin pausa al pavimento de la calle empedrada localizada en el acceso al castro; y delimitando progresivamente la totalidad de la planta de la vivienda circular ubicada en la croa.

Todo avanza según lo programado. Y para conseguirlo hay una pieza clave: el factor humano. Somos un grupo que reúne experiencia y juventud (de 56 a 22 años), y donde cada uno tiene un papel dentro del proyecto. En total este año pasarán por Tralocastro veintidós personas. Este es un equipo en el que todos sumamos; en el que todos, sin excepción, damos lo mejor en defensa de una pasión, de una vocación, de una profesión, de un objetivo: poner el patrimonio al servicio de la sociedad. Creo no equivocarme si digo que somos más que un equipo. El castro ha mudado radicalmente en estos tres años de trabajos arqueológicos. Y también creo que todos los que hemos pasado por este lugar mágico hemos cambiado de alguna manera. Es lo que yo llamo llamo el “efecto o espíritu de Esmelle”.

En estos tiempos de intolerancia y de fundamentalismos es primordial luchar contra el peligro de las sociedades desmemoriadas, amenazadas con perder el sentido de su propia identidad y de su propia historia. Como dijo Nuccio Ordine, Premio Princesa de Asturias de Humanidades: “la vida de un museo o una excavación arqueológica, como la de un archivo o una biblioteca, es un tesoro que la colectividad debe preservar con celo a toda costa”.

Hasta mañana.

Excavando en un rincón de la gran construcción alargada. Foto: E. Taboada.

Vista general de trabajo en el sector de acceso al castro. Foto: E. Taboada.

Excavando a la búsqueda de la casa circular de la croa. Foto: E. Taboada.

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